He vuelto a pasar inadvertida. Puedo oler, respirar y caminar como cualquier transeúnte.
Paso inadvertida. Nadie me nota y eso me gusta.
Camino liviana. Sin peso.
Ya no estás a mi lado. Ni tampoco estás detrás.
Hoy te veo hacia delante. Tampoco es lejano ni nada de eso. Simplemente ahí...Sin mí. Sin ti, pero ahí.
No sé qué ha pasado contigo durante este tiempo. Antes quería saberlo. Hoy ya no porque sé la respuesta.
No tengo que hacer nada más que escuchar tu voz. Leer tus palabras y mirar a tus ojos para saber cuál es la respuesta.
Aquella que no me gustaba escuchar ni saber, pero que ahora entiendo no puedo cambiar. No puedo dejar de entender que tu esencia es así, que pedir algo distinto sería cambiar tu forma de ser.
La magia está en que aunque no me guste debo respetar. No necesariamente compartir.
Una vez te dije que seriamos grandes amigos. Que por ahí debiéramos haber partido y siempre te negaste. Creo que no estaba equivocada. Creo que todo hubiese ido mejor, pero nuestro ímpetu y pasión nos nubló.
Te quise intensamente en mi vida. Deseé tenerte sólo para mí. Egoístamente. Quise que sólo tuvieras esa mirada y palabra cálida para mí. Me sesgué. Hice todo lo que estaba a mi alcance para que así fuera y no fue suficiente.
Una vez lo conversamos. Siempre estaré para ti como yo sentí que tú siempre estarías para mí. Hoy esto último no lo siento tan claro. Espero que así sea.
Debo reconocer que mirarte hoy a los ojos no será lo mismo. Tocar tu piel no será lo mismo. Si bien, dices que no has cambiado…pues yo sí y eso creo atrofiará lo que teníamos y siento que volveremos a ese punto que una vez te ofrecí y no tomaste…ser grandes amigos solamente.